Recuerdo que hace un par de años sonaba una canción por los altavoces de los bares junto a otros temas del momento que decía 'Esto es porno' de Hinojosa & Zambrano, dos djs (Roberto y Rubén, respectivamente) con que alcanzó la gloria en 2009, con este y otros temas dance. Pero no, este post no trata sobre esa canción ni sobre ningún otro 'one hit wonder'. En esta ocasión, con esta frase me refiero al libro que ha alcanzado la fama mundial en apenas unos meses: 'Cincuenta sombras de Grey' (2011), de E.L. James (Londres, 1963).
No soy muy amante de los best sellers, porque las expectativas que crean tantos comentarios al final producen que el libro en cuestión, en algunos casos, decepcione. Como ocurre con las películas (e incluso con la música) es mejor comenzar un libro sin conocerlo de antemano demasiado, pero en la muchos casos es inevitable. (Mi truco es esperar un par de meses después de leer las críticas. Funciona)
Al final siempre acabo cayendo y leyéndome alguna que otra obra del estante de grandes éxitos de las librerías. Así me pasó con 'La casa de Riverton' y 'El jardín olvidado', de Kate Morton, (de la que, por cierto, aún tengo pendiente 'Las horas distantes'), o con John Grisham o incluso Ruiz Zafón. Sí, mucho hablar pero al final siempre me puede la curiosidad por alguno de los libros más comentados.
Comencé 'Cincuenta sombras de Grey' sabiendo de antemano que era literatura un tanto subida de tono. Pero esta obra, en mi opinión, está más cerca de ser una obra 100% porno a ser un simple relato erótico. Con esto no quiero criticar, ni mucho menos, este tipo de género, más bien me sorprende que haya causado tanto éxito entre el sector de lectoras femeninos, ya no sólo nacional sino a lo largo de todo el mundo.
La pregunta inevitable que surge tras leer la obra de E.L. James es '¿porqué este repentino éxito?' '¿tiene la sociedad carencias sexuales que se suplen con este tipo de libros que roza el porno?', '¿tenemos problemas las mujeres con el sexo?'. Realmente, si la trilogía ha triunfado alcanzando la fama como 'porno para mamás', es que era necesario cubrir ese nicho de lectoras que necesitaban ponerle chispa a sus relaciones sexuales.
A finales del año pasado, varios medios de comunicación se hicieron eco de una noticia del Daily Mail en que se contaba que una mujer británica había pedido el divorcio alegando al libro como argumento. Pero ahí no queda todo, hace un par de días, una mujer alemana de 28 años moría tras probar algún ritual de la famosa obra. Ahí queda eso.
Chica virgen conoce a chico (guapísimo, famoso y rico) que le abre las puertas del sexo y la introduce en las prácticas más variopintas. Y hasta ahí puedo leer porque si sigo igual os quedáis sin historia. La clave del éxito probablemente sea que la protagonista sin comerlo ni beberlo acaba metida de lleno en la vida de tan apuesto 'príncipe' o quizás (opto más por esta opción) sean las descripciones sobre las horas y horas de sexo de la pareja.
Claro esta que toda comparación es odiosa y Christian Grey y Anastasia Steele no se dedican precisamente a jugar a médicos en sus hazañas amorosas. Látigos, sumisión, esposas... (y eso que sólo me he leído el primer libro). Es lógico que las aficionadas a esta saga pidan a sus maridos/amantes/amigos que formen parte del juego de sadomasoquismo. Pero ellos también deberían leerlo y así saber qué es lo que realmente queremos las mujeres. Y con esto no me refiero a rituales de sumisión, sino a un poco más de emoción y menos monotonía en la relación.
Eso sí, conozco a mujeres que han tenido que cerrar el libro en el transporte público tras alcanzar un grado de excitación con las descripciones de la historia demasiado elevado para el momento. Y no es difícil que ocurra, porque hay escenas tan salvajes e intensas que la lectora luego se queda con ganas de más. Aunque me parece más porno que literatura erótica. Y, ojo, con eso no quiero decir que esté en contra. Porque detrás de esa historia subida de tono, también hay una historia de amor, de emociones y de ilusión, como la de cualquier otra pareja.
jueves, 7 de febrero de 2013
martes, 5 de febrero de 2013
'Me gustó más el libro'
El peligro de ver una película basada en alguna obra literaria es que, antes o después, alguien dirá: 'Me gustó más el libro'. ¿Cuántas veces habremos escuchado esa frase? El problema es que en la mayoría de veces es cierto, ya sea porque el personaje no es tal y como lo imaginábamos o porque el director de cine ha omitido ciertas partes que consideramos importante.
Dicen que esto ocurre, por ejemplo, en 'Juego de tronos' o 'El señor de los anillos'. Pero no voy a hablar de estas obras puesto que no he podido, en el caso de la gran pantalla, pasar de los diez primeros minutos. Cuestión de gustos.
Pero, por supuesto, sí que me ha pasado. Y en varias ocasiones. Hace cuestión de seis meses me regalaron un e-book. Pese a que mucha gente me hablaba de la comodidad de transporte (soy la típica que siempre lleva un libro en el bolso) y de la facilidad de aunar varios libros en un aparato no más grande que una cuartilla, era reticente a comprarme uno. Al final, inevitablemente, y al ser un regalo, acepte un poco a regañadientes el famosísimo libro electrónico.
Por supuesto, el juguete en cuestión llevaba varias compras incluidas, entre ellas 'Los juegos del hambre' (Suzanne Collins), una obra de la que había leído buenas críticas. Y qué mejor manera para comenzar que con un libro que tenía ganas de pillar. Desde el principio me enganché y me leí los tres libros de la serie ('Los juegos del hambre', 'En llamas' y 'Sinsajo')para inaugurar tan preciado obsequio.
A los pocos días de terminarlo vi en una tienda la película de la primera parte parte ('Los juegos del hambre', Gary Ross, 2011) y como no podía ser de otra manera, la compré. ¿Qué pasó después? Pues lo que ocurre siempre que se ve una película basada en un libro con demasiadas expectativas, que por muy buena que sea, acaba decepcionando.
Ni Panem (país hipotéico en el que ocurre la acción) era tal y como yo quería que fuera, ni los personajes eran como yo me los había imaginado. Pero, es que pese a que fue la propia autora junto a Ross (1956) quién adaptó la película, omitían y ¡daban por hecho muchos detalles que para mi eran imprescindibles! Si ya lo dice el refrán, las comparaciones son odiosas.
Algo parecido me ha ocurrido con la última película hollywoodiense 'Los Miserables' (Tom Hopper, 2012), cinta con 8 candidaturas a los próximos Oscar y nominada y ganadora en todos los festivales de cine. Hace un par de años me leí la obra original ('Les misérables', 1862) del escritor francés Victor Hugo (1802, 1885) (de aquellos barros vienen estos lodos, como podéis leer en mi artículo de El Mundo), pero en aquella ocasión fue con motivo del estreno del musical que se estrenaba en la Gran Vía madrileña. Por supuesto, la obra le da mil vueltas a la película de Hopper, pero es que estamos hablando de una obra maestra de la literatura.
Pero, ¿ocurre lo mismo cuando una película nos gusta tanto que nos leemos el libro? Ni mucho menos. El verano pasado llegó a mis manos la novela de 'El Padrino' (Mario Puzo, 1969) obra en la que está inspirada la famosísima película de Francis Ford Coppola. Es inevitable que muchas escenas de la película te vengan a la mente o incluso que ya bases la descripción del personaje en el actor que lo representa en la pantalla. Como nunca había visto las películas seguidas, cuando terminé el libro, decidí hacer un maratón de las tres, y sí, puedo decir que me gustó más el libro.
Dicen que esto ocurre, por ejemplo, en 'Juego de tronos' o 'El señor de los anillos'. Pero no voy a hablar de estas obras puesto que no he podido, en el caso de la gran pantalla, pasar de los diez primeros minutos. Cuestión de gustos.
Pero, por supuesto, sí que me ha pasado. Y en varias ocasiones. Hace cuestión de seis meses me regalaron un e-book. Pese a que mucha gente me hablaba de la comodidad de transporte (soy la típica que siempre lleva un libro en el bolso) y de la facilidad de aunar varios libros en un aparato no más grande que una cuartilla, era reticente a comprarme uno. Al final, inevitablemente, y al ser un regalo, acepte un poco a regañadientes el famosísimo libro electrónico.
Por supuesto, el juguete en cuestión llevaba varias compras incluidas, entre ellas 'Los juegos del hambre' (Suzanne Collins), una obra de la que había leído buenas críticas. Y qué mejor manera para comenzar que con un libro que tenía ganas de pillar. Desde el principio me enganché y me leí los tres libros de la serie ('Los juegos del hambre', 'En llamas' y 'Sinsajo')para inaugurar tan preciado obsequio.
A los pocos días de terminarlo vi en una tienda la película de la primera parte parte ('Los juegos del hambre', Gary Ross, 2011) y como no podía ser de otra manera, la compré. ¿Qué pasó después? Pues lo que ocurre siempre que se ve una película basada en un libro con demasiadas expectativas, que por muy buena que sea, acaba decepcionando.
Ni Panem (país hipotéico en el que ocurre la acción) era tal y como yo quería que fuera, ni los personajes eran como yo me los había imaginado. Pero, es que pese a que fue la propia autora junto a Ross (1956) quién adaptó la película, omitían y ¡daban por hecho muchos detalles que para mi eran imprescindibles! Si ya lo dice el refrán, las comparaciones son odiosas.
Algo parecido me ha ocurrido con la última película hollywoodiense 'Los Miserables' (Tom Hopper, 2012), cinta con 8 candidaturas a los próximos Oscar y nominada y ganadora en todos los festivales de cine. Hace un par de años me leí la obra original ('Les misérables', 1862) del escritor francés Victor Hugo (1802, 1885) (de aquellos barros vienen estos lodos, como podéis leer en mi artículo de El Mundo), pero en aquella ocasión fue con motivo del estreno del musical que se estrenaba en la Gran Vía madrileña. Por supuesto, la obra le da mil vueltas a la película de Hopper, pero es que estamos hablando de una obra maestra de la literatura.
Pero, ¿ocurre lo mismo cuando una película nos gusta tanto que nos leemos el libro? Ni mucho menos. El verano pasado llegó a mis manos la novela de 'El Padrino' (Mario Puzo, 1969) obra en la que está inspirada la famosísima película de Francis Ford Coppola. Es inevitable que muchas escenas de la película te vengan a la mente o incluso que ya bases la descripción del personaje en el actor que lo representa en la pantalla. Como nunca había visto las películas seguidas, cuando terminé el libro, decidí hacer un maratón de las tres, y sí, puedo decir que me gustó más el libro.
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