martes, 5 de febrero de 2013

'Me gustó más el libro'

El peligro de ver una película basada en alguna obra literaria es que, antes o después, alguien dirá: 'Me gustó más el libro'. ¿Cuántas veces habremos escuchado esa frase? El problema es que en la mayoría de veces es cierto, ya sea porque el personaje no es tal y como lo imaginábamos o porque el director de cine ha omitido ciertas partes que consideramos importante. 

Dicen que esto ocurre, por ejemplo, en 'Juego de tronos' o 'El señor de los anillos'. Pero no voy a hablar de estas obras puesto que no he podido, en el caso de la gran pantalla, pasar de los diez primeros minutos. Cuestión de gustos. 

Pero, por supuesto, sí que me ha pasado. Y en varias ocasiones. Hace cuestión de seis meses me regalaron un e-book. Pese a que mucha gente me hablaba de la comodidad de transporte (soy la típica que siempre lleva un libro en el bolso) y de la facilidad de aunar varios libros en un aparato no más grande que una cuartilla, era reticente a comprarme uno. Al final, inevitablemente, y al ser un regalo, acepte un poco a regañadientes el famosísimo libro electrónico. 

Por supuesto, el juguete en cuestión llevaba varias compras incluidas, entre ellas 'Los juegos del hambre' (Suzanne Collins), una obra de la que había leído buenas críticas. Y qué mejor manera para comenzar que con un libro que tenía ganas de pillar. Desde el principio me enganché y me leí los tres libros de la serie ('Los juegos del hambre', 'En llamas' y 'Sinsajo')para inaugurar tan preciado obsequio.

A los pocos días de terminarlo vi en una tienda la película de la primera parte parte ('Los juegos del hambre', Gary Ross, 2011) y como no podía ser de otra manera, la compré. ¿Qué pasó después? Pues lo que ocurre siempre que se ve una película basada en un libro con demasiadas expectativas, que por muy buena que sea, acaba decepcionando. 

Ni Panem (país hipotéico en el que ocurre la acción) era tal y como yo quería que fuera, ni los personajes eran como yo me los había imaginado. Pero, es que pese a que fue la propia autora junto a Ross (1956) quién adaptó la película, omitían y ¡daban por hecho muchos detalles que para mi eran imprescindibles! Si ya lo dice el refrán, las comparaciones son odiosas. 

Algo parecido me ha ocurrido con la última película hollywoodiense 'Los Miserables' (Tom Hopper, 2012), cinta con 8 candidaturas a los próximos Oscar y nominada y ganadora en todos los festivales de cine. Hace un par de años me leí la obra original ('Les misérables', 1862) del escritor francés Victor Hugo (1802, 1885) (de aquellos barros vienen estos lodos, como podéis leer en mi artículo de El Mundo), pero en aquella ocasión fue con motivo del estreno del musical que se estrenaba en la Gran Vía madrileña. Por supuesto, la obra le da mil vueltas a la película de Hopper, pero es que estamos hablando de una obra maestra de la literatura.

Pero, ¿ocurre lo mismo cuando una película nos gusta tanto que nos leemos el libro? Ni mucho menos. El verano pasado llegó a mis manos la novela de 'El Padrino' (Mario Puzo, 1969) obra en la que está inspirada la famosísima película de Francis Ford Coppola. Es inevitable que muchas escenas de la película te vengan a la mente o incluso que ya bases la descripción del personaje en el actor que lo representa en la pantalla. Como nunca había visto las películas seguidas, cuando terminé el libro, decidí hacer un maratón de las tres, y sí, puedo decir que me gustó más el libro.

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