martes, 16 de abril de 2013

Los padres no deberían enterrar a sus hijos

Una madre (o un padre) no está preparada para enterrar a su hijo. No debería ser así. En cuanto leí anoche que una de las víctimas de las bombas del maratón de Boston era un niño de 8 años se me cayó el alma a los pies. Y esta mañana, en cuanto he visto que estaba junto a sus hermanas y su madre esperando en la línea de meta a que pasara su padre, todavía ha sido peor. Sólo puedo pensar en ese padre, en el peso que va a llevar encima el resto de su vida. Y en el niño, con la ilusión con la que debería estar esperando a que su admirado progenitor completara el maratón. La vida es demasiado cruel.

Justo ayer mismo, escasos minutos antes de que saltara la alarma de las explosiones en Boston, la noticia que corría por las redes sociales era que el español Manu Brabo había ganado el Premio Pulitzer 'a la mejor fotografía de últimas noticias' por una imagen tomada en Siria. Casualmente (cosas del destino, supongo) la fotografía muestra a un padre abrazando el cadáver de su hijo muerto. Repito un padre (o una madre) no está preparado para enterrar a su hijo.

Mientras, en España, vuelve a saltar la noticia de que Miguel Carcaño (asesino confeso, hasta la fecha, de Marta del Castillo) ha cambiado su declaración y ahora implica a su hermano. Esta mañana, en uno de los programas matinales, aparecían unos padres destrozados pidiendo que, por favor, alguien les deje enterrar el cuerpo de su hija. Una vez más: una madre (o un padre) no está preparado para semejante atrocidad.

Esto me trae al recuerdo la 'Pietá de Memmon' (Museo del Lovre), una obra que estudié en su día en historia del arte en el colegio y que me llamó la atención porque se considera el antecedente de las 'típicas' Piedades que recorren las calles de nuestras ciudades en Semana Santa, con la Virgen llevando a en brazos a su hijo muerto. En esta obra, pintada en un vaso rojo, la diosa Eos (diosa de la 'aurora', que salía todas las mañanas para anunciar a su hermano Helios, el Sol) lleva en brazos a su hijo Memmon, fallecido en manos de Aquiles durante la batalla de Troya.

Desde entonces, son muchas las historias de padres o madres que han tenido que enterrar a sus hijos, aquellos por los que han sufrido, por los que darían la vida. Y no es justo. Como tampoco es justo que los hijos tengan que enterrar a sus padres pero eso, tristemente, es ley de vida.

miércoles, 10 de abril de 2013

Todos los tópicos caben en una buena novela

Cada vez que entro a clases de árabe me acuerdo del libro 'La infiel', de Reyes Monforte (Madrid, 1973). Con esto no quiero decir que no me gustara, porque me lo leí de una sentada y lo recomiendo encarecidamente. Pero, con cada página que pasaba me preguntaba que pensará acerca de este libro el mundo musulmán. Creo, de hecho que, por mucho que se hable de esta obra, poco es (y será).

Desde luego, absténganse de comprarlo los lectores que no tengan una mente abierta. Porque, todos los estereotipos que puedan existir sobre la comunidad árabe están en este libro, y desde el comienzo. La historia se basa en la relación de una profesora de español con el mundo árabe pero, ya las primeras páginas te introducen de lleno en el final de una célula islamista.

Por supuesto, no tengo nada que criticar, ya que, tras su lectura, investigué y descubrí varias historias reales acerca de la influencia que muchos hombres árabes han tenido en mujeres occidentales que, ciegas de amor, han caído en sus redes de terrorismo. De hecho, además de la protagonista del libro, también se habla de otras mujeres españolas con las que se encuentra a lo largo de su aventura. Una de ellas es Raquel Burgos, en la cuál esta inspirada la historia de ficción de Sara.

Conforme pasas las páginas del libro te das cuenta que el 'amor' es sólo el principio. Estas mujeres, por muy preparadas que estén, por mucho que vivan una vida occidental o por una familia que tengan, acaban metidas casi sin darse cuenta en un mundo que es completamente ajeno a ellos y que les llama mucho la atención. Pero sin saber hasta qué punto, hasta que ya es demasiado tarde.

Tras leer el libro investigué sobre Raquel Burgos (hay muchos artículos en Internet sobre ella, aquí el testimonio del padre), una estudiante madrileña de periodismo que un día, en el metro, conoció a un chico árabe que la eclipsó. Hasta el punto de casarse con él y abandonar su vida occidental por amor. Su marido, que también tiene cabida en esta historia, está considerado como el líder de AlQaeda en Europa e incluso el ideólogo del atentado del 11M. La protagonista, Sara, de hecho tiene una conversación (de ficción) con Raquel Burgos, ya que le llama la atención que sea también española como ella, y en ella, Reyes Monforte ha querido dejar claro que al final, estos islamistas consiguen persuadir a las mujeres hasta terminen pensando como ellos, vistiendo como ellos y que vean incorrecto todo lo que no sea su mundo, todo lo que sea occidental.

Desde luego, con 'La infiel', el lector aprecia todo este universo desde dentro, ya no sólo el amor pasional sino los engaños y las obligaciones que surgen a lo largo de la historia, motivos por los cuáles hay muchas mujeres occidentales que, antes de que reaccionen ya están metidas de lleno en un mundo del que ya no podrán salir. Una forma de vida muy diferente a la que estas mujeres están acostumbradas, pero que al final acaban aceptando, ya sea 'voluntariamente' (como Raquel Burgos) o por obligación (como es el caso de Sara)

'La infiel' me parece un libro imprescindible. Eso sí, si se tienen prejuicios de antemano hacia esta comunidad no recomiendo leerlo porque probablemente estos vayan a más y el lector acabe odiando, literalmente, al mundo árabe. No creo que este sea el propósito de la autora, ni mucho menos (tras leer 'Un burka por amor' le sigo la pista), pero hay que tener en cuenta que se introduce a todos en un mismo saco: terrorismo, amor obligado, secuestros, vida por y para el Islam... Y, por supuesto, hay que saber que no todos son iguales.

Me llama la atención también el gran proceso de documentación que tiene el libro: los lugares, los personajes, las diferentes tramas... En una de las entrevistas que leí en su día de la autora está comentaba que hay muchas más mujeres occidentales que se unen a árabes que pertenecen a una célula islamista y que, cuando se enteran (utilizan todo tipo de estratagemas y 'engaños', como podréis leer en el libro) ya es demasiado tarde y no pueden salir de ese mundo.

Es algo que, por lo menos yo desconocía. Son historias que no salen en los medios, son mujeres que viven ya en un silencio perpetuo, que igual están en Afganistán pero igual están viviendo entre nosotros, en cualquier ciudad. Algo completamente desconocido para mí, y supongo que para muchos lectores, que sorprende y que, también, asusta porque puede pasarle a cualquiera... Y eso da miedo.

Rafita Perestroika

Me gusta que mis amigos me recomienden canciones, discos, artistas, películas, libros... Me gusta ir a casas ajenas y admirar sus colecciones de discos, de libros, de películas. Y los que lo saben, me permiten que les tome prestado, de vez en cuando alguno de sus tesoros. Así me ocurrió con Rafa Pons (Barcelona, 1978). Mi querida amiga y compañera, autora de 'Escribo por embargo' (os recomiendo una visita), con la que durante años he compartido miles de links de canciones con nocturnidad y alevosía, me cedió, durante una visita a su casa, su colección de discos de este cantautor. Y, como no podía ser de otra manera, acertó de lleno.

Rafa Pons se ha convertido en mi compañero durante largos viajes en tren. Siempre está ahí sonando, me acompaña en el coche, en el iphone, en mi casa.... Sin querer, me veo tarareando en cualquier esquina su 'Malaputa' a alguna chica que pasa o cantando 'No te jode' mientras me veo bajando al "paki a por cervezas" (al "chino" en el caso de los que vivimos en Madrid).


Con ella fui a mi primer concierto de Rafa Pons, en el Búho Real, con apenas 20 personas y su guitarra. Y me enamoró. Después ya amplió público y tocó en la Sala Galileo, y allí fuimos. En este caso tocó con Santi Noriega (con quien empieza las noches pero luego nunca sabe donde las acaba) y con su banda, y lo vimos en un sitio preferente. Y luego vino otro. Y espero que que nos queden muchos más donde podamos subir al escenario a cantar 'Malaputa' y su coreografía. Porque, también tiene canciones fuera de disco.

Pero, en mi opinión, la música de Rafa Pons es, al igual que la de muchos cantautores, es para pequeñas salas, donde todo es más íntimo. Pero, claro esta, que los artistas necesitan comer y como la venta de discos no da dinero, tienen que vender entradas que, al fin y al cabo, es lo que todos pedimos: buenos conciertos y una gira constante. De hecho, hace relativamente poco tiempo Rafa Pons ha actuado en el Palau de Barcelona y lleva, desde que lo conocí en gira. ¡Bravo! Pero claro, a mi me gusta el Rafa que canta con su guitarra, en 'petit comité', contando que su madre siempre quiso que se dedicara a ser un "importante abogado" (lo es) o que prefiere el Pro al Fifa. ("Me apalanco en el sillón, mientras juego al Pro Evolution"). 

Rafa (y su inseparable guitarra) es un cantautor de los que consiguen que una canción te marque tanto que acabe siendo tu himno. Tras escuchar sus tres discos ya te haces una idea de su vida: desde 'Mal te veo' con temas como 'Julia Roberts' (muy recomendable para los más cinéfilos) o 'Nieve en la ventana', como 'Insisto', ('Para nonainonero' o 'Berlin Est') o 'Persona, animal o cosa' en el que se ve al Rafa más optimista, a aquel que le dan igual sus problemas del pasado y que hace un pulso al destino con 'A que me enamoro'. Una evolución digna del mejor de los compositores.