jueves, 9 de enero de 2014

Un viaje hacia Persia

Empecé el año terminando de leer las últimas páginas de 'El Médico', de Noah Gordon (Estados Unidos, 1926) escrita en el año 1986 pero que podría haberse escrito ayer porque, por mucho que pase el tiempo, sus palabras trasladan a principios del año 1000 cuando el mundo aún estaba 'naciendo'.

A través de sus más de 700 páginas (que pese a lo que pueda parecer se leen con mucha facilidad) Gordon nos traslada tanto al Londres de la época, cuando la ciudad aún no llegaba a los límites del Támesis. También nos lleva hasta la Persia árabe a través de los ojos de un niño pobre que quiere ser médico y que se dejará la piel para poder estudiar en la madraza incluso dejando de lado su identidad propia por el camino.

Comencé a leer 'El Médico' un poco reticente ya que no sabía si iba a ser un libro que me engancharía (y necesito que me enganche desde el principio) al estar ambientado en una época tan lejana. Sin embargo, probablemente haya sido eso, las ganas de conocer cómo se vivía en aquellos años, los que me hicieron no poder parar de pasar las páginas y pasarme viajes enteros en el tren pegada a las letras y a la apasionante historia de Rob J. Cole.

Tengo pendiente los dos siguientes libros 'Chamán' y 'La doctora Cole' pero me doy una pausa para poder leer los regalos de Reyes. Fue precisamente durante Navidad cuando vi que están preparando la película del libro (cuyo guionista es el propio autor y su hija), tendremos que esperar a ver las críticas porque, ahora que lo tengo tan reciente y que aún me quedan dos libros más por leer no sé si quiero que se me caiga el mito y volver a decir: 'Me gustó más el libro',

miércoles, 27 de noviembre de 2013

#RTVVnoestanca

Canal 9 lleva sintonizado en todos los televisores de mi casa desde que tengo uso de razón. Tengo que decir que, desde que comencé a tener algo de conciencia, intentaba evitar los informativos y todos los programas que tuvieran algún tipo de cuestión política en su escaleta. Más que nada porque 'lo que veía en la tele' no era exactamente lo que 'veía en las calles'.

Pero sí. Canal 9 siempre ha estado ahí, de fondo. Las maravillosas tardes de mi infancia tienen de fondo 'La Paella Rusa' y el gran Monleón con su 'a guanyar diners'. En mi casa, después de comer, veíamos, (sin entender muy bien qué hacía ahí), cómo una enchufadísima Mar Flores aparecía en nuestras pantallas presentando 'La música es la pista'. Antes de cenar teníamos a María Abradelo con sus ajustadísimos modelitos subida a un escenario al aire libre mientras una serie de cantantes amateurs de algún pueblo valenciano movían sus caderas mientras intentaban seguir la letra de las canciones. El karaoke más puro que he visto en mi vida. Y qué decir de esas noches con Ximo Rovira, Mariñas y su 'que te calles Karmele' o la gran Chabeli en Tómbola, el programa que marcó un antes y un después en el cotilleo español. ¡Que sería ahora de Telecinco sin este precedente!

Lo reconozco. Soy de la generación que creció cantando la cabecera de Doraemon en valenciano. Quizás por eso le tengo un especial cariño. Quizás sea porque creo que los valencianos necesitamos nuestra identidad propia. Un canal al que acudir cuando queremos vivir nuestra propia cultura, un lugar que nos cuente lo que REALMENTE ocurre dentro de nuestras fronteras, un canal que nos permita ver la cremà de las Fallas de Valencia o la elección de la Bellea del Foc de Alicante (perdonad mi casposidad pero me tira mucho la terreta).

La única manera que tenemos de seguir viviendo intensamente nuestra lengua y nuestra cultura es con un Canal 9 libre y respetuoso. Una televisión y un radio que nos informe de TODO lo que ocurre y que nos incumbe. Que el señor que esta en un pequeño pueblo de Castellón sepa que ha habido un accidente de metro en Valencia del que aún no hay responsables o que la señora que vive en Alicante sepa lo que realmente es la Trama Gürtel o simplemente ver 'L'Alqueria Blanca' el domingo.

Porque creo que es necesario. Porque ha dejado huella en mi infancia. Porque creo que es imprescindible: #RTVVnoestanca.


jueves, 3 de octubre de 2013

¿Estamos preparados para el 'Muro de pago'?

Inevitablemente el periodismo está cambiando. Como periodista duele pero también sonrío al pensar que, si este nuevo modelo funciona, igual todos tendremos las mismas oportunidades. Igual que cuando hace muchos años, como me contaban antiguas compañeras, las redacciones estaban llenas de jóvenes llenos de ilusión dispuestos a trabajar miles de horas a cambio de poder publicar una historia con su nombre.

Se ha hablado durante todo el verano del ya famoso 'paywall'. Los pocos diarios españoles de tirada nacional que quedan se estan viendo obligados a cambiar su modelo de negocio hacia este curioso 'muro de pago'. '¿Quieres leer? Paga'. Visto así, fácil. Probablemente este sea el único clavo ardiendo que les queda ante la gran avalancha de despidos y recortes que se están viendo en las redacciones: periodistas con muchos años de experiencia que se ven condenados a salir 'voluntariamente' aunque con una espada de Damocles en la cabeza (una manera sutil de decir: 'o te vas tú y te comes tu orgullo o te echamos y sales con una mano delante y otra detrás'). Aunque la profesión de periodista nunca estuvo bien pagada... (¿o acaso los jefes de los despachos sí que cobran bien?) son familias que se han quedado sin sueldo a fin de mes.

Viendo el panorama y, antes de que llegue el 'muro de pago' a las webs de información española me he dispuesto a ver 'Page One: inside The New York Times', documental de Andrew Rossi muy recomendable sobre los cambios del archiconocido periódico. ¿Conclusión? Si en España se hubieran acogido a este cambio con anterioridad (hablamos del NYT en 2010) igual no se habría producido tal caos en las redacciones. Viendo 'Page One', vemos como el periódico pasó por las mismas fases que los medios españoles, pero con años de diferencia: la necesidad de estar conectados a las redes sociales, el gran 'impacto' del iPad (y creer que sólo enfocando el negocio hacia las tablets se iba a solucionar), el despido de parte de la redacción... y, finalmente, aceptar que hay que huir del 'todo gratis'.

¿Los problemas? Probablemente sea que estamos en una sociedad que, lamentablemente, estamos muy acostumbrados a la palabra 'GRATIS'. Empezamos hace años con la descarga masiva de películas, series y discos de música de internet. ¿Quién no tenía/tiene un disco duro repleto de archivos piratas? Estamos acostumbrados a abrir varias páginas de Internet y encontrarnos todo tipo de información gratuita a golpe de click y sin pagar un euro. ¿Que nos compramos un e-book? Nos bajamos los libros gratis. En Twitter puedes leer sin ningún tipo de problemas los artículos de Orbyt sin estar suscrito (enlaces, enlaces y enlaces), hay programas de Internet en los que puedes escuchar música online gratis a cambio de escuchar un par de anuncios.... y un largo etcétera que llega hasta el punto de que la aplicación para móvil de mensajería instantánea que tanto dinero nos ha ahorrado, nuestro querido Whatsapp, informó de que iba a cobrar anualmente UN EURO y todos nos pusimos las manos a la cabeza.

Somos amantes del 'todo gratis'. Y más los españoles, que nos vamos de viaje al extranjero y al entrar a las tiendas y bares nos vigilan porque saben que vamos a 'tomar algo prestado'. ¿Estamos preparados para un 'muro de pago' en los periódicos? Fui suscriptora de Orbyt y tengo que decir que no renové porque prefiero el papel (sí, soy una nostálgica) y también porque no tengo iPad y en el ordenador me parecía bastante incómodo leer sus pdfs, todo hay que decirlo. Y yo sí pagaría por obtener una información de análisis e investigación (pago por los periódicos al menos una vez a la semana) pero ¿hay una mayoría de la población que lo hará? Sirva de ejemplo los diarios gratuitos.

Me suelo rodear de periodistas pero los de mi alrededor que no trabajan o han trabajado en el mundo de la información muy pocas veces (por no decir nunca) se han comprado un periódico en papel: Entran en las webs de los medios españoles para leer titulares y, si tú les haces pagar, se irán a otro a leerlo. Porque no les interesa la calidad, les interesa la cantidad. Ven los informativos y se dan por enterados. No tienen interés en saber los porqués o qué es lo que opina alguna de las grandes firmas periodísticas al respecto. Y ellos, lamentablemente, son los que tienen que mantener el negocio de la información. Ellos (nosotros) son los que tenían que mantener la industria cinematográfica y mirad cómo ha terminado. Espero, de corazón, estar equivocada. De momento hay webs que lo han tenido que 'levantar'.

martes, 28 de mayo de 2013

'The Hole': un cabaret atípico

Cuando voy al teatro intento, por todos los medios, evitar leer durante los días antes cualquier crítica o comentario que pueda influirme o contarme qué es lo ocurrirá. Así lo he hecho siempre, una manía supongo. Y así lo hice con 'The Hole'. Si soy sincera, conocía la obra/musical, conocía los actores y que la idea era de Paco León, a quién sigo en Twitter y quién, como es normal, ha trabajado mucho en su promoción.

Fui sin una idea preconcebida a este magnífico y sorprendente espectáculo pero, ahora, una vez que lo he visto si alguien me pregunta qué es 'The Hole', la verdad es que no sé qué responder. Es un musical atípico que junta una estética cabaretera con buena música, alucinantes espectáculos en el aire y desnudos. Ojo porque todo son cuerpos esculturales y lo peor que puedes hacer es comparar.

Los 'maestros de ceremonia' varían según la temporada, en esta ocasión era Pepa Charro, más conocida como 'La terremoto de Alcorcón' que, personalmente, me pareción que el papel le venía como anillo al dedo. La música corría a cargo de cuatro mayordomos con unas voces que dejan al público con la boca abierta. Cada uno con un tono de voz, cada uno realizaba un sonido a capela, cada uno cantaba una parte de la canción y el resultado era magnífico.

Además, al fondo del escenario, colocada dentro de unos gigantescos labios rojos, aparece una bola de tela roja (Almon) muy cercano al travesti que cobra especial protagonista con una de las canciones en las que demuestra el chorro de voz que parecía que no tenía. Las supernenas son dos chicas con todo su cuerpo bien colocado (van en tetas, por supuesto), que hacen auténticas maravillas en el aire colgadas de una tela: se enganchan entre ellas y, simplemente, vuelan sobre el público.

Mención especial, por supuesto a una espectacular bailarina rubia que entre la provocación y el burlesque. En una de sus apariciones juega en la oscuridad con su cuerpo mientras se desnuda y se se cubre de pintura fluorescente. Y, por supuesto, el gran Pony Loco, un patinador que esta todo el escenario prácticamente desnudo y del que te puedes esperar de todo, hasta el punto que mi acompañante acabó con él encima (y hasta aquí puedo leer). Por supuesto, falta el protagonista: el ratón. Tan amaestrado que se mantiene quieto sobre una mesa mientras mueve su larga cola.

Con la oferta de entradas que encontramos pudimos sentarnos por un precio no muy alto en la platea. Y, ¡bendita la hora! Las piruetas aéreas volaban sobre nosotros, teniendo una perspectiva que nunca antes había visto: te podías fijar en hasta el más mínimo detalle (mira como estira la espalda, mira como se le tensan los brazos...) Además, la platea no es la de un teatro al uso. En vez de butacas han colocado mesas de cuatro personas donde puedes, mientras ves el espectáculo, puedes pedir a los camareros una copa (no recomendable para estómagos sensibles) o picar algo de cena.

La escenografía así como los personajes fue lo que, quizás, más me impactó. Me quedaría con los cuatro mayordomos y con sus voces tan diferentes pero que sintonizan a la perfección. Aunque cada actor hace un papel digno de mención: desde los magníficos ejercicios aéreos hasta los increíbles cuerpos desnudos fruto de horas y horas de ejercio (conforme sales te dan ganas de apuntarte enseguida al gimnasio).

Quizás, por sacarle alguna pega, el hilo conductor me pareció flojo: historietas sueltas que de forma genial La Terremoto se encargó de unir pero que, para mi gusto, le faltaba argumento: demasiadas cosas sueltas cuando en verdad la historia 'real' gira en torno a la historia de amor con un ratón. Pero, sin dudarlo, si puedo algún día volveré a entrar en 'el agujero'.


martes, 16 de abril de 2013

Los padres no deberían enterrar a sus hijos

Una madre (o un padre) no está preparada para enterrar a su hijo. No debería ser así. En cuanto leí anoche que una de las víctimas de las bombas del maratón de Boston era un niño de 8 años se me cayó el alma a los pies. Y esta mañana, en cuanto he visto que estaba junto a sus hermanas y su madre esperando en la línea de meta a que pasara su padre, todavía ha sido peor. Sólo puedo pensar en ese padre, en el peso que va a llevar encima el resto de su vida. Y en el niño, con la ilusión con la que debería estar esperando a que su admirado progenitor completara el maratón. La vida es demasiado cruel.

Justo ayer mismo, escasos minutos antes de que saltara la alarma de las explosiones en Boston, la noticia que corría por las redes sociales era que el español Manu Brabo había ganado el Premio Pulitzer 'a la mejor fotografía de últimas noticias' por una imagen tomada en Siria. Casualmente (cosas del destino, supongo) la fotografía muestra a un padre abrazando el cadáver de su hijo muerto. Repito un padre (o una madre) no está preparado para enterrar a su hijo.

Mientras, en España, vuelve a saltar la noticia de que Miguel Carcaño (asesino confeso, hasta la fecha, de Marta del Castillo) ha cambiado su declaración y ahora implica a su hermano. Esta mañana, en uno de los programas matinales, aparecían unos padres destrozados pidiendo que, por favor, alguien les deje enterrar el cuerpo de su hija. Una vez más: una madre (o un padre) no está preparado para semejante atrocidad.

Esto me trae al recuerdo la 'Pietá de Memmon' (Museo del Lovre), una obra que estudié en su día en historia del arte en el colegio y que me llamó la atención porque se considera el antecedente de las 'típicas' Piedades que recorren las calles de nuestras ciudades en Semana Santa, con la Virgen llevando a en brazos a su hijo muerto. En esta obra, pintada en un vaso rojo, la diosa Eos (diosa de la 'aurora', que salía todas las mañanas para anunciar a su hermano Helios, el Sol) lleva en brazos a su hijo Memmon, fallecido en manos de Aquiles durante la batalla de Troya.

Desde entonces, son muchas las historias de padres o madres que han tenido que enterrar a sus hijos, aquellos por los que han sufrido, por los que darían la vida. Y no es justo. Como tampoco es justo que los hijos tengan que enterrar a sus padres pero eso, tristemente, es ley de vida.

miércoles, 10 de abril de 2013

Todos los tópicos caben en una buena novela

Cada vez que entro a clases de árabe me acuerdo del libro 'La infiel', de Reyes Monforte (Madrid, 1973). Con esto no quiero decir que no me gustara, porque me lo leí de una sentada y lo recomiendo encarecidamente. Pero, con cada página que pasaba me preguntaba que pensará acerca de este libro el mundo musulmán. Creo, de hecho que, por mucho que se hable de esta obra, poco es (y será).

Desde luego, absténganse de comprarlo los lectores que no tengan una mente abierta. Porque, todos los estereotipos que puedan existir sobre la comunidad árabe están en este libro, y desde el comienzo. La historia se basa en la relación de una profesora de español con el mundo árabe pero, ya las primeras páginas te introducen de lleno en el final de una célula islamista.

Por supuesto, no tengo nada que criticar, ya que, tras su lectura, investigué y descubrí varias historias reales acerca de la influencia que muchos hombres árabes han tenido en mujeres occidentales que, ciegas de amor, han caído en sus redes de terrorismo. De hecho, además de la protagonista del libro, también se habla de otras mujeres españolas con las que se encuentra a lo largo de su aventura. Una de ellas es Raquel Burgos, en la cuál esta inspirada la historia de ficción de Sara.

Conforme pasas las páginas del libro te das cuenta que el 'amor' es sólo el principio. Estas mujeres, por muy preparadas que estén, por mucho que vivan una vida occidental o por una familia que tengan, acaban metidas casi sin darse cuenta en un mundo que es completamente ajeno a ellos y que les llama mucho la atención. Pero sin saber hasta qué punto, hasta que ya es demasiado tarde.

Tras leer el libro investigué sobre Raquel Burgos (hay muchos artículos en Internet sobre ella, aquí el testimonio del padre), una estudiante madrileña de periodismo que un día, en el metro, conoció a un chico árabe que la eclipsó. Hasta el punto de casarse con él y abandonar su vida occidental por amor. Su marido, que también tiene cabida en esta historia, está considerado como el líder de AlQaeda en Europa e incluso el ideólogo del atentado del 11M. La protagonista, Sara, de hecho tiene una conversación (de ficción) con Raquel Burgos, ya que le llama la atención que sea también española como ella, y en ella, Reyes Monforte ha querido dejar claro que al final, estos islamistas consiguen persuadir a las mujeres hasta terminen pensando como ellos, vistiendo como ellos y que vean incorrecto todo lo que no sea su mundo, todo lo que sea occidental.

Desde luego, con 'La infiel', el lector aprecia todo este universo desde dentro, ya no sólo el amor pasional sino los engaños y las obligaciones que surgen a lo largo de la historia, motivos por los cuáles hay muchas mujeres occidentales que, antes de que reaccionen ya están metidas de lleno en un mundo del que ya no podrán salir. Una forma de vida muy diferente a la que estas mujeres están acostumbradas, pero que al final acaban aceptando, ya sea 'voluntariamente' (como Raquel Burgos) o por obligación (como es el caso de Sara)

'La infiel' me parece un libro imprescindible. Eso sí, si se tienen prejuicios de antemano hacia esta comunidad no recomiendo leerlo porque probablemente estos vayan a más y el lector acabe odiando, literalmente, al mundo árabe. No creo que este sea el propósito de la autora, ni mucho menos (tras leer 'Un burka por amor' le sigo la pista), pero hay que tener en cuenta que se introduce a todos en un mismo saco: terrorismo, amor obligado, secuestros, vida por y para el Islam... Y, por supuesto, hay que saber que no todos son iguales.

Me llama la atención también el gran proceso de documentación que tiene el libro: los lugares, los personajes, las diferentes tramas... En una de las entrevistas que leí en su día de la autora está comentaba que hay muchas más mujeres occidentales que se unen a árabes que pertenecen a una célula islamista y que, cuando se enteran (utilizan todo tipo de estratagemas y 'engaños', como podréis leer en el libro) ya es demasiado tarde y no pueden salir de ese mundo.

Es algo que, por lo menos yo desconocía. Son historias que no salen en los medios, son mujeres que viven ya en un silencio perpetuo, que igual están en Afganistán pero igual están viviendo entre nosotros, en cualquier ciudad. Algo completamente desconocido para mí, y supongo que para muchos lectores, que sorprende y que, también, asusta porque puede pasarle a cualquiera... Y eso da miedo.

Rafita Perestroika

Me gusta que mis amigos me recomienden canciones, discos, artistas, películas, libros... Me gusta ir a casas ajenas y admirar sus colecciones de discos, de libros, de películas. Y los que lo saben, me permiten que les tome prestado, de vez en cuando alguno de sus tesoros. Así me ocurrió con Rafa Pons (Barcelona, 1978). Mi querida amiga y compañera, autora de 'Escribo por embargo' (os recomiendo una visita), con la que durante años he compartido miles de links de canciones con nocturnidad y alevosía, me cedió, durante una visita a su casa, su colección de discos de este cantautor. Y, como no podía ser de otra manera, acertó de lleno.

Rafa Pons se ha convertido en mi compañero durante largos viajes en tren. Siempre está ahí sonando, me acompaña en el coche, en el iphone, en mi casa.... Sin querer, me veo tarareando en cualquier esquina su 'Malaputa' a alguna chica que pasa o cantando 'No te jode' mientras me veo bajando al "paki a por cervezas" (al "chino" en el caso de los que vivimos en Madrid).


Con ella fui a mi primer concierto de Rafa Pons, en el Búho Real, con apenas 20 personas y su guitarra. Y me enamoró. Después ya amplió público y tocó en la Sala Galileo, y allí fuimos. En este caso tocó con Santi Noriega (con quien empieza las noches pero luego nunca sabe donde las acaba) y con su banda, y lo vimos en un sitio preferente. Y luego vino otro. Y espero que que nos queden muchos más donde podamos subir al escenario a cantar 'Malaputa' y su coreografía. Porque, también tiene canciones fuera de disco.

Pero, en mi opinión, la música de Rafa Pons es, al igual que la de muchos cantautores, es para pequeñas salas, donde todo es más íntimo. Pero, claro esta, que los artistas necesitan comer y como la venta de discos no da dinero, tienen que vender entradas que, al fin y al cabo, es lo que todos pedimos: buenos conciertos y una gira constante. De hecho, hace relativamente poco tiempo Rafa Pons ha actuado en el Palau de Barcelona y lleva, desde que lo conocí en gira. ¡Bravo! Pero claro, a mi me gusta el Rafa que canta con su guitarra, en 'petit comité', contando que su madre siempre quiso que se dedicara a ser un "importante abogado" (lo es) o que prefiere el Pro al Fifa. ("Me apalanco en el sillón, mientras juego al Pro Evolution"). 

Rafa (y su inseparable guitarra) es un cantautor de los que consiguen que una canción te marque tanto que acabe siendo tu himno. Tras escuchar sus tres discos ya te haces una idea de su vida: desde 'Mal te veo' con temas como 'Julia Roberts' (muy recomendable para los más cinéfilos) o 'Nieve en la ventana', como 'Insisto', ('Para nonainonero' o 'Berlin Est') o 'Persona, animal o cosa' en el que se ve al Rafa más optimista, a aquel que le dan igual sus problemas del pasado y que hace un pulso al destino con 'A que me enamoro'. Una evolución digna del mejor de los compositores.